Este post es la segunda parte de este otro. Además, no pueden perderse el fantástico texto que nos regaló Curro Royo en calidad de “firma invitada” (yo quiero ser “firma invitada” aunque sea del blog de Indhira en Telecinco.es. Me parece LO MÁS [ser firma invitada, no ella que es una pedorra]).
El guionista de “El arte de morir” o “Cuéntame” trabajó como Director de Ficción de una productora muy puntera durante dos años. Por lo tanto, él era el que (no) leía esos guiones que gente como la buena de ‘Rita Barberá’ les remitían.
En “Esa maldita estantería”, Curro justifica espléndidamente la existencia de ese abismo enorme ante el que se encuentran los principiantes. No se pierdan tampoco los comentarios de David Muñoz y Pianista en ese mismo post porque no tienen desperdicio.
Ante la posibilidad de mandar guiones a productoras, Royo daba un tajante NO, “salvo que me demostréis lo contrario”. Pianista sacó a relucir el caso de “Tuno Negro” como uno de los pocos ejemplos de guiones no pedidos por una productora, pero sí rodados.
Yo les voy a contar otro de esos casos y esa es…
(redoble de tambores)
LA BUENA NOTICIA
Querida Rita,
esta es la historia de un chaval de 19 años al que llamaremos, por ejemplo, Pepiño Blanco. Habían pasado unos dos mil años desde que crucificaron a Jesucristo y un buen día a Pepiño le dio por escribir un guión.
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